Reseña: Ella no dijo paz y amor. Dijo Destruye.

He comenzado este 2021 muy activamente comprometida con los clubs de lectura. 2020 fue un año regulero en este sentido (de otros no hablemos, por favor) y cuando la motivación se tambalea juntarse con una comunidad de personas interesantes y divertidas ayuda. Hoy os presento a las del Club de Café Librería, gracias a quienes he descubierto Ella dijo Destruye, un libro de relatos que pasa a mi lecturas de cabecera. Os cuento por qué.

Ella dijo Destruye, Nadia Bulkin. Biblioteca de Carfax (2020).

256 páginas.

Prólogo de Paul Tremblay.

Traducción: Antonio Rivas.

Portada: Rafael Martín Coronel.

Incluye los relatos: Zona de convergencia intertropical, Las cinco etapas del duelo, Y cuando fue mala…, Solo la unión salva los condenados, Pugelhueso, Cabra roja, cabra negra, Siete minutos en el cielo, Te quiero, chica, Vida eterna, Violeta es el color de tu energía, La Verdad es el Orden y el Orden es la Verdad, Cero absoluto y Sin dioses ni amos.

Si queréis catar un poco de Bulkin antes de leer (haré los spoilers que me dé la gana, advierto) en Cuentos para Algernon podéis descargar gratis «Siete minutos en el cielo», uno de mis relatos favoritos, porque vamos a ver… «cuando la sábana de la muerte vino a por nosotros nos la quitamos de encima a patadas y nos quedamos desnudos y temblorosos en el mundo.»

Esta es una de las frases demoledoras que me dejó tiritando. El universo de Bulkin está lleno de fantasmas y conflictos difíciles de resolver en el momento de enfrentarnos a nuestra mortalidad como seres humanos, los únicos que sabemos que pelear por sobrevivir es inútil porque no vamos a ganar. También hay conflictos con la mortalidad de los demás, o más bien a la versión menos grata de aquellos a los que seguimos amando pero tal vez ya no nos aman. O como en el caso de «Vida eterna», nunca lo hicieron.

«Vida eterna» me ha conmovido sobremanera. En esta habitación de hotel tenemos a un fantasma ilustre que en realidad no está, porque «solo los muertos atormentados se quedaban atrás». Bulkin, politóloga de origen indonesio, habla de un «general» que deja tras de sí no remordimiento, si no «cunetas llenas de fantasmas, muros de ciudades coronados con alambre de espino». Que puede ser «su» general o «nuestro» general, y el relato impacta igual. Porque en esta habitación sí hay un fantasma que no descansa en paz. Porque «el auténtico olvido no es una opción. […] Incluso para los que decían que no podían acordarse y que no conocían el toque de la vida eterna tenían restos de polvo de hueso entre los dientes. Sus hijos nacerían con cenizas en el vientre sin saber que el regusto agridulce en los labios era memoria.» Creo que no hace falta explicar más (tampoco creo que pueda hacerse mejor).

Estos dos relatos junto con «Las cinco etapas del duelo» y «Te quiero, chica» conforman una colección de choque entre muertos y vivos que me ha entusiasmado desde el ángulo de visión que lo plantea la autora, porque sin dejar de lado la lectura política, qué demonios, también tenemos todo lo que una Gusapira Irredenta Lectora de Terror espera en un libro de terror. No faltan zombis, no faltan monstruos, no faltan arrancamientos de cabezas y evisceraciones… ¡si es que no falta de nada!

Llegado este momento debo mencionar alguna cosa que me sobra para no parecer una fangirl aferrada a su carpeta con fotos de Bulkin. Hay un grupo de relatos que encuentro no tan estimulantes como los anteriores, ojo, no por ser malos relatos, en absoluto, si no porque me parecen tal vez no tan originales o creativos. Algunos incluso me da la sensación de que son casi, casi, más que «referencias» a «reescrituras de». Tal es el caso de «Violeta es el color de tu energía» o «La Verdad es el Orden y el Orden es la Verdad». Porque yo si quiero leer a Lovecratf no me complico tanto la vida y directamente leo a Lovecraft. De una autora contemporánea espero otro tipo de contenido que de Howie, que está muerto, pobrete. Aunque ya sabemos todos que «No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de los extraños eones, incluso la Muerte puede morir.»

En conclusión, he decidido retirarle el saludo a quien no lea a Bulkin. Aun no he decidido el castigo adecuado para quien la lea y no encuentre sus relatos maravillosos. Pero será terrible. Ella dijo Destruye, no dijo «paz y amor». Juraría que también dijo algo sobre funerales Disney, pero esto tal vez no sea más que leyenda urbana. En todo caso, lo que pasa en los clubs de lectura se queda en los clubs de lectura.

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