…y sin haberlo pesando les ha salido un pareído. Mary E. Wilkins Freeman. Lectura del mes de mayo de 2021 del club de lectura Café Librería.

AUTORA: WILKINS FREEMAN, Mary Eleanor.
TÍTULO ORIGINAL: The Wind in the Rose Bush and Other Stories of the Supernatural.
IDIOMA ORIGINAL: Inglés.
PRIMERA EDICIÓN: 1903
EDICIÓN RESEÑADA: La Biblioteca de Carfax, 2021. Contiene los relatos El viento en el rosal, Las sombras en la pared, Luella Miller, La habitación sudoeste, El solar vacío y El fantasma perdido.
TRADUCCIÓN: Shaila Correa
ILUSTRACIÓN: Rafael Martín Coronel
PRÓLOGO: Ana Morán Infiesta
PÁGINAS: 198
NOTA MENTAL: Escribir a Pórtico para proponer una categoría de Ignotus que premie antologías con relatos no inéditos como mérito a sus editores y compiladores, cuando se trata de trabajos de recuperación o puesta en valor. Esta antología no es «Ignotable» 2022 porque el actual reglamento no lo permite. Sí podrían optar la ilustración y el prólogo.
ENLACES DE INTERÉS: Qué demonios son los premios Ignotus, de qué hablas, loca.

El mes de mayo se me ha quedado, entre los clubs de lectura de Café Librería e Hijas de las sombras de un goticazo victoriano fantasmal que asusta.
[Hay juegos de palabras que, lo siento, pero es que hay que hacerlos.]
Y es que el libro elegido en Hijas de las sombras es Damas oscuras, cuentos de fantasmas de escritoras victorianas (Impedimenta, 2017). En ambas antologías aparece Mary E. Wilkins Freeman con el relato «El solar» (traducido por «El solar vacío» en la edición de La Biblioteca de Carfax). En Damas oscuras el orden de los relatos es cronológico, y este es uno de los últimos, es decir, de los más tardíos de la colección de cuentos que arranca en 1833 con un relato de Charlote Brönte. Esto es interesantísimo, ya que nos contextualiza la literatura de Wilkins en un hilo temporal, pero también porque vemos la evolución de la estructura del típico «ghost story» anglosajón tan importante en la literatura de terror, desde los primeros que son más anécdotas o narraciones sucintas de hechos hasta los relatos más estructurados con una narrativa de personajes y tramas más elaboradas, caso de los de Wilkins.
El prólogo a cargo de Ana Morán Infiesta no me ha terminado de gustar. Creo que en un espacio muy corto aborda demasiados temas genéricos: lo siniestro, la vindicación de autoras exitosas que a las que el tiempo entierra en el olvido, la biografía de la autora, la narrativa del relato de fantasmas… sin entrar en gran detalle de ninguno, por lo que es cierto que no se hace pesado pero resulta muy disperso, y siento que falta información, sobre todo de la biografía de la autora. Destaca Infiesta algunos rasgos relevantes que se van a ver reflejados en su literatura, como su alergia al matrimonio y urticaria a la maternidad, pensamiento muy avanzado a su época que me gustaría saber, por ejemplo, si se contextualiza en un activismo dentro del movimiento feminista. Me temo que no he encontrado mucha más información adicional en la web y creo que hubiera sido un estupendo acompañamiento a la edición un trabajo de dragado en la biografía de la autora.
Los relatos
El viento en el rosal. Creo que como autora hay que tenerlos cuadradísimos para plantear un relato en el que se atisba de una manera tan clara, y casi desde el principio, el desenlace. Esta renuncia voluntaria a sorprender siempre hay que suplirla con una graduación de la tensión impecable. Desde la conversación en el ferry entre la protagonista, Rebecca, y la pareja que viaja a su lado, ya sabemos que algo no va bien. Rebecca pretende recoger a su sobrina Agnes de casa de su hermano, casado en segundas nupcias después de haber enviudado. La muy irritante señora Dent va ponerle las mil y una excusas para no dejarle ver a la joven mientras el rosal se agita sin viento que lo mueva y en el piano que no toca nadie suena The maiden’s prayer. Y nos creemos modernos, ahora, acompañando una obra con su lista de reproducción en Spotify. Mira la Wilkins, qué mona ella. Por cierto, acompañar la lectura con la música convierte al relato, ya bueno en sí mismo, en una completa delicia.
Las sombras en la pared. Relato en el que la acción se basa sobre todo en el diálogo entre tres hermanas. Uno de sus hermanos acaba de fallecer y ellas parecen tenerle miedo a Henry, el hermano que queda con vida, pero ninguna llega a verbalizar qué ha sucedido, lo cual va generando una tensión creciente, acentuada por la aparición de una sombra en la pared. Esta sombra va poco a poco perturbando a las mujeres y haciendo perder el control a Henry hacia un desenlace de nuevo algo previsible, pero igual que el relato anterior, salvado por el buen pulso narrativo.
Luella Miller. Cambio de registro en este relato esencialmente narrativo, sin diálogos, conducido por el testimonio de una mujer mayor que cuenta la historia de Luella Miller, una especie de vampiro energético que de alguna manera consigue fascinar a una serie de personas para estar a su servicio. Estas personas, indefectiblemente y una tras otra, van muriendo hasta que Luella se queda sola, nadie acepta, nos ha jodido, entrar a su servicio. No me ha gustado, no obstante, el desenlace. Me parece que fuerza el elemento sobrenatural de manera algo precipitada, como dándose cuenta de repente que el relato estaba quedando netamente costumbrista.
Algo que tampoco es de extrañar, porque curiosamente la mayoría de estas mujeres autoras de relatos paranormales del siglo XIX y principios del XX no eran escritoras de género fantástico. Todo lo contrario, solían cultivar novela costumbrista en la que un elemento importante de su estilo reflejaba con fidelidad los usos y costumbres de su época y entorno (literatura de baldosa, como creo que la llamó Patricia Estebas Erlés en su podcast El sillón de terciopelo verde). Los cuentos de fantasmas deduzco que formaban parte del canon literario al uso y no suponína ningún tipo de extravagancia.
Como curiosidad: En el relato no se llega a especificar qué les hace Luella a sus víctimas para extraerles la energía, pero alguien en 2005 decidió que en la versión cinematográfica Luella matase a la gente… a polvos. , es decir, rodar un thiller erótico en vez de una historia de terror. Que no es mala forma de palmar, vaya, pero no sé yo de esto qué opinaría la Wilkins…
La habitación sudoeste. En este relato por la susodicha habitación desfilan una serie de incrédulos huéspedes para comprobar todos ellos que la persona fallecida, tía Harriet, se niega a abandonar la habitación ante el espanto de dos hermanas algo justad e dinero que necesitan el alquilar las dependencias de la casa. En este relato destaca la hermosura de las manifestaciones del fantasma; el delicado vestido violeta, el aroma a las hojas de levístico, los pavos reales de la decoración de la estancia. Es todo súmamente estético y el final es impactante y rotundo, algo que no puede decirse de los relatos siguientes, que cuentan con un final algo abrupto que me ha dejado la sensación de «y dejo de escribir aquí porque tengo que irme a regar los cactus.»
El solar vacío. En este relato una familia se traslada a una casa comprada por un precio netamente inferior a su valor de mercado y no tardan en descubrir el por qué. El padre de familia se obceca en negarlo todo por no vender la casa pero se suceden extraños que digamos le acaban convenciendo de lo contrario. Para mí uno de los relatos a lo mejor menos lucido que el resto.
El fantasma perdido. En este relato tenemos un mix de elementos que ya se han mostrado en los anteriores: dos hermanas que alquilan habitaciones por necesidad pecunaria, una casa comprada sin el conocimiento previo de los sucesos que ella habían acaecido. SIn embargo la formula usada es el del testimonio de credibilidad, la historia contada en primera persona pasados ya muchos años y desde el punto de vista del escepticismo que quien no afirma la existencia de fantasmas, solo da fe de algo que ha visto. Este algo es más tierno que terrorífico, una niña que dice no encontrar a su madre.
He disfrutado mucho de los relatos. Son relatos clásicos de fantasmas y me chiflan, me da igual cuántos de ellos me lea ni en qué momento. Me reconcilian con la literatura en general cuando me enfado mucho con el siglo en el que vivo.
Para finalizar, una pregunta. ¿Por qué Wilkings tiene una compilación de relatos de fantasmas de doce cuentos, y disponibles en castellano solo hay cinco? Editoras que editáis… Ahí os lo dejo.
Creo que voy a necesitar tres vidas para leer todas las novelas interesantes que recomendáis en la asociación cylconita. Bueno, a mi ritmo de lectura creo que serían más bien una docena.
Pues nada, otra para la pila. 😛
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